Energía y desarrollo

http://www.americaeconomia.com/

Quinta Columna / Política
0019susankaufmancphum.jpg
Susan Kaufman Purcell
Directora, Centro de Política Hemisférica, Universidad de Miami

En la reciente cumbre del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), el presidente Hugo Chávez anunció que su país proporcionaría el petróleo para cubrir el 100% de las necesidades de energía de los miembros del grupo, además de Haití. También ofreció créditos con intereses bajos para financiar la mitad del petróleo comprado a Venezuela e instituir un fondo especial de desarrollo, subvencionado por el 25% de la cuenta total del petróleo, para apoyar los proyectos locales.

Las motivaciones de Chávez son tanto geopolíticas como altruistas. El ALBA es su alternativa al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que apoya Estados Unidos. Con el ALBA, espera socavar el poder y la influencia del país del norte en América Latina y en su lugar unir a la región bajo su liderazgo.

Está por ver si Chávez será capaz de concretar su promesa de ayuda energética. Hoy, el ALBA agrupa a muy pocos países, entre ellos, los más pequeños y menos desarrollados de América Latina. Sus necesidades energéticas, por lo tanto, son relativamente pequeñas. Al mismo tiempo, la producción venezolana de petróleo ha disminuido de una estimación de 3,3 millones de barriles por día el año pasado, a aproximadamente 2,6 millones de barriles por día este año. La inversión y la conservación en los campos de petróleo de Venezuela disminuyen mientras el gobierno fuerza a PDVSA, la petrolera estatal, a dar más dinero al gobierno para financiar el gasto social.

Tampoco hay garantía de que el precio del petróleo siga cercano a los US$ 70 el barril. Esto dependerá de varios factores, incluso de si las economías estadounidense y china continúan creciendo al ritmo actual y sus tasas de interés e inflación se mantienen bajas. Al mismo tiempo, si el precio del crudo se mantuviera alto aumentaría los estímulos para desarrollar fuentes alternativas de energía. La preocupación por el peligro de un mayor calentamiento global acelera esos esfuerzos, al igual que el hecho de que los países productores de petróleo sean, a menudo, políticamente inestables y suministradores poco confiables.

Esto no supone que los países de América Latina deban rechazar la generosa oferta de Hugo Chávez. Pero sólo deberían aceptarla si no les significa dejar de desarrollar, de manera simultánea, otras fuentes de energía que pudiesen incrementar su independencia energética, así como crear nuevos trabajos, aumentar la productividad agrícola, atraer nuevas inversiones y tecnología y ensanchar y diversificar sus exportaciones.

Todo esto es explicado en un nuevo informe titulado “A Blueprint for Green Energy in the Americas”, que el Banco Interamericano de Desarrollo encargó a Garten Rothkopf LLD, una firma consultora en Washington, D.C. El informe dice que el mundo está al borde de una revolución de biocombustibles que dará a los países más alternativas de energía. También podría beneficiar mucho a América Latina, una región con suministros abundantes de energía renovable que incluyen terrenos relativamente económicos, épocas de cultivo largas, climas tropicales y mucha lluvia.

Según el informe, el hemisferio occidental produce el 80% de los biocombustibles del mundo, encabezado por Estados Unidos y Brasil. Sólo América Latina aporta con el 40%. La gran pregunta, sin embargo, es si Latinoamérica será capaz de aprovechar las nuevas oportunidades de la revolución de los biocombustibles para mantener o, mejor todavía, aumentar su posición dominante.

Para hacerlo requerirá las mismas reformas necesarias para hacer a América Latina globalmente más competitiva. Específicamente, el desarrollo de alternativas de energía verde requerirá grandes inversiones en investigación y desarrollo tecnológico, infraestructura y educación. Y para atraer estas inversiones se necesitan reglas del juego claras y estables, así como una mejor transparencia en los sectores público y privado.

Es un buen momento para que Latinoamérica ponga atención al desarrollo de fuentes de energía alternativas. El reciente acuerdo entre Brasil y Estados Unidos para la cooperación en el desarrollo de etanol en América Central y el Caribe, por medio de la inversión y transferencia tecnológica, es un paso correcto. De hecho, es un mejor acercamiento en el largo plazo que lo anunciado por Hugo Chávez. Una política que ayuda al desarrollo de fuentes sostenibles de energía alternativa hará a un país más desarrollado que otro que, al fin y al cabo, crea lazos de dependencia.

Ésta es la diferencia entre dar un pescado a una persona hambrienta y enseñarle a pescar. Siendo optimista, América Latina será capaz de beneficiarse de ambos enfoques simultáneamente.

Deja un comentario